Como al ceporro de mi marido no le gustan las tertulias televisivas, yo me quedo encantada. Sandrita, en cuanto te veo apago las luces, aflojo el vaquero, bajo poco a poco mi mano derecha y cuando llego al centro rosado ya todo está empapado. Luego, sigo despacito, despacito para ir aumentando el ritmo hasta la locura... Tengo que morder un pañuelo para que no me oigan; ¡qué locuraaaa! Al acostarme, el ceporro ronca sin saber lo que se perdió por tonto. Te deseo, cielo.
Muchísimas gracias por poner a Diosa Sandra. Qué clase
ResponderEliminarpreciosa
ResponderEliminarFantástica e inmmejorable.
ResponderEliminarComo al ceporro de mi marido no le gustan las tertulias televisivas, yo me quedo encantada. Sandrita, en cuanto te veo apago las luces, aflojo el vaquero, bajo poco a poco mi mano derecha y cuando llego al centro rosado ya todo está empapado. Luego, sigo despacito, despacito para ir aumentando el ritmo hasta la locura... Tengo que morder un pañuelo para que no me oigan; ¡qué locuraaaa! Al acostarme, el ceporro ronca sin saber lo que se perdió por tonto. Te deseo, cielo.
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